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MaracanÁngel

En una épica final en tierra carioca, apareció el talento Argentino para conquistar nuevamente el continente.

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Casi tres décadas debieron pasar para que la selección mayor de fútbol masculino obtenga un nuevo título. Aquella doble conquista de América de la mano del “coco” Basile como técnico, en Chile 1991 y Ecuador 1993, era el último registro de un torneo de relevancia a nivel selecciones.

En el medio, podemos revisar y preguntarnos el porqué de la sequía siendo una “patria futbolera” con tanta materia prima y seguramente llegaremos a la conclusión de que a nivel dirigencia, no se han hecho las cosas del todo bien como para aprovechar todo el potencial que disponemos. Otros, podrán asociarlo al factor suerte en algún proceso. Pero todo esto lo analizaremos en otro momento. Ahora, es tiempo de disfrutar y ojalá, este nuevo logro, sea un punto de partida para reubicar a nuestro fútbol en los primeros planos.

Hecha la introducción, me meto de lleno en lo que sucedió ayer en Río de Janeiro, donde se jugó la final de la Copa América que todos esperaban y que ambos equipos, por lo demostrado en la previa, merecían jugar. Sobra talento en ambos bandos, hay jugadores de la elite mundial dentro de los planteles, sobra historia grande, logros e incluso, amistad y respeto entre los principales protagonistas.

Nada iba a ser fácil, ni para ellos ni para nosotros. Una final, un “clásico”, sumado a un contexto poco frecuente para una cita de tamaña envergadura. Incluso, ya sin Diego en este mundo, quien fue el hincha y jugador número uno de nuestra selección. Sin embargo, el show debe continuar y todo el legado suyo, sobrevuela en cada jugador que se ponga la celeste y blanca.

Justamente, esa responsabilidad la asumen esos hombres que se la bancan de verdad, que aparecen cuando manda la ocasión y marcan la diferencia. Son esos que supieron sufrir y aguantarse todos los palos cuando las cosas no salieron bien. Incluso, rindiendo en buen nivel, son castigados o cuestionados por gente resentida que persigue otros intereses. Esos cracks son a quienes se los debe respetar y valorar siempre.

Uno de ellos es, sin lugar a dudas, Ángel Di María. Sí, ya no utilizo el diminutivo con el que el mundo entero lo conoce desde sus inicios en Rosario Central, porque luego de lo que hizo ayer en el mismísimo estadio Maracaná, merece ser mencionado a lo grande, como lo que es, como lo que hizo. Un fuera de serie, un pibe humilde que en base a esfuerzo y talento, integra desde hace años el podio de los mejores jugadores del mundo.

Su actualidad y su presente en el fútbol europeo, su vigencia, su amor propio y sus ganas de ganar un torneo con la selección, hicieron que sea convocado nuevamente en este proceso de recambio que se está dando. Sin embargo y más allá de ser cuestionado, sigue siendo irremplazable por todo lo que ofrece y las características técnicas que tiene. Gambeta, engaño, remate de media distancia, pase gol, asociación corta, sorpresa, versatilidad táctica y golazos como los de ayer, es lo que aporta este enorme jugador. A todo eso, se le suma la basta experiencia adquirida para manejar diferentes situaciones dentro de paradas bravas como fue la final con Brasil.

Lo que el mundo esperaba de Messi, lo terminó haciendo Di María. Por eso, hay que ser responsables al comunicar y muy respetuosos, ya que esto es un deporte de conjunto en el que todos son necesarios y los cracks, como estos dos rosarinos, son imprescindibles. Celebremos esta nueva consagración ya que el “MaracanÁngel” quedará grabado a fuego en el corazón de todos los hinchas argentinos.

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