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Fútbol infantil: en Rosario, los sueños son de todos

Una pelota y un espacio libre pueden hacer de una tarde cualquiera el momento más feliz.

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Antonio Silva vive en el corazón de barrio Itatí, Rosario, es entrenador de fútbol y protagonista de un proyecto que busca acompañar a niños y jóvenes. Hace poco menos de dos años, su hijo Pablo (14) fue víctima de un hecho trágico que terminó provocando su muerte, mientras miraba jugar al fútbol a su hermano. Desde ese momento, Antonio trabaja incansablemente para formar una escuelita de fútbol infantil que dicte clases de forma gratuita y donde no sólo los chicos aprendan a jugar a la pelota, sino también se nutran de valores.

Tanto Antonio como su familia se aferran a acciones que puedan transformar la realidad y acompañar a chicos y jóvenes. Con el apoyo de la Municipalidad, las prácticas de futbol tienen lugar en el patio deportivo y recreativo del Centro Municipal Distrito Sudoeste. “Cuando pasó lo de mi hijo, me hizo reforzar la idea de que los chicos sólo quieren divertirse y todos merecen ser felices. Con mi proyecto quiero ayudarlos a que puedan lograrlo, sintetiza el entrenador.

Si bien siempre está con la pelota en movimiento, también anhela una construcción por fuera de la canchita: “Quiero estar cerca de los chicos que no son escuchados, brindarles contención y tratar de que no estén tanto en la calle. También me parece muy importante alentarlos a que terminen la escuela y sean buenas personas, que tengan una vida además del fútbol”.

En los primeros días de marzo, antes del inicio de la cuarentena dispuesta por la pandemia, comenzaron los entrenamientos en el Distrito Sudoeste bajo la intensa mirada de Antonio, que no podía ocultar su sonrisa: “Empecé con un solo chico de bajos recursos que sus papás no podían llevarlo a un club y pagar la cuota. Él fue el primero, luego se sumó su primo, y así se hizo una cadena”, explicó.

El grupo fue creciendo y más de 20 chicos de entre 5 y 17 años, que viven en los barrios Itatí, Alvear, Acindar, San Francisquito y zonas cercanas al centro distrital, se reunían los lunes y jueves para los entrenamientos de Antonio. De esta forma, marcaron otro ritmo a la cotidianeidad de vecinas y vecinos que se acercaban a realizar trámites. Es que durante la mañana, los conos y pelotas, junto a los trotes, piques y tiros al arco, le dieron color y acción al espacio deportivo localizado en el sector de Choele Choel y Laguna del Desierto.

No contaba con un lugar para poder llevar adelante la escuelita de fútbol, y poder hacerlo en el playón del distrito es una gran ayuda para todos los chicos que concurren”, reflexiona Antonio. Y agrega, además, que lo más importante es que los chicos estén contenidos y contentos.

La ubicación del Distrito Sudoeste es estratégica y posibilita la cercanía con todos los barrios de la zona. Sergio Romero, papá de Uriel, acompaña a su hijo a las prácticas y afirma que es muy bueno que pueda hacerlo en el distrito porque son de San Francisquito: “Uriel antes iba a Juan XXIII, pero tenía que tomar dos colectivos para ir y volver. No podía llevarlo porque era mucho el presupuesto. Ahora lo hacemos caminando”, cuenta Sergio, muy contento de compartir esos momentos junto a su hijo.

ESPERANDO EL REGRESO

El próximo paso que busca dar Antonio es ponerle nombre y color a su proyecto y más adelante tener una indumentaria propia. La denominación para la institución ya está pensada: Sportivo Centeno. Y los colores, también: azul, verde y blanco. “Es muy importante que los chicos tengan un sentido de pertenencia y se sientan identificados”, explica. Para lograr tener su ropa de entrenamiento, se proyectan rifas y venta de comidas junto a los padres de los chicos y adolescentes.

A pesar de que las prácticas se suspendieron al decretarse el aislamiento social, preventivo y obligatorio el pasado 20 de marzo, Antonio sigue de cerca el presente de cada chico. Les envía rutinas para que puedan ejercitarse en casa y seguir en movimiento y se contacta permanentemente para saber cómo están y si necesitan algo, mientras todos esperan el regreso a las canchas.

Ezequiel es papá de Valentín y Lisandro, dos chicos que se sumaron al grupo recientemente y cuenta que entrenan los tres juntos con los ejercicios que les pasa Antonio por WhatsApp. El contexto actual hizo que se reestructuren nuevas acciones y formas de vincularse entre los vecinos, y también entre Antonio, sus alumnos y sus padres.

Barrio Itatí es uno de los tantos territorios que atraviesa una situación social compleja. Al observar varios pedidos de ayuda, la familia Silva y otros vecinos y vecinas pusieron sus manos a disposición de lo urgente y comenzaron a realizar ollas populares los días lunes y jueves, brindando merienda y cena para varias familias de la zona. “Si uno se acerca al barrio, conoce y ve la realidad”, afirma Antonio, una persona que busca no bajar los brazos y seguir adelante.

Fuente: Municipalidad de Rosario

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