Yo no soy quién para determinar qué astro es Messi pero sí afirmo, y me hago cargo, que es el más grande del sistema futbolero astral del siglo que corre.
Aclarado esto, prosigo. La imagen de nuestro capitán definiendo situaciones complejas o rescatando a los suyos es habitual con cualquiera de los colores que ha vestido.
Sin embargo, el valor de lo colectivo es determinante para que esa foto feliz se repita. No por nada el tipo habla de equipo a cada rato.
Habla de sus satélites, en verdad. De esos futbolistas que asumen protagonismos para que la preocupación rival no solo sea Leo. Por ellos, la atención adversaria se distribuye y ya no todos quedan al pendiente del mejor de todos. En esos instantes, por mínimos que sean, él ve su momento. Lo asume y ejecuta.
A veces entra y las camisetas salen a la calle vistiendo cuerpos afónicos y a veces no entra. Pero sucede.
Mac Allister se sacó los nervios, vio que esta casaca es idéntica a la que lo trajo a la Selección y se soltó. Y Angelito identificó el lugar donde preocupar para confundir, apoyado por Molina.
Y en ese haz de luz, cuando la distracción azteca se alineó con los planetas vino este astro de otro mundo y rompió todo.
El partido, el nerviosismo de sus compañeros y el julepe de los de acá.
Todo rompió. Porque juega en equipo y porque detrás de su brillo único siempre se elevan satélites temporales tan valiosos como su luz.
FUENTE: Instagram @cesar.a.carignano