Los clásicos se ganan. Así lo entiende todo el pueblo Centralista y lo interpretan sus futbolistas. Fue una verdadera fiesta auriazul en un día atípico.
Hay partidos de fútbol que no revisten demasiado análisis. Son esos en los que cada intérprete y sus hinchas, lo viven de manera especial antes, durante y después. Se juegan con el corazón y, fundamentalmente, se ganan sin importar demasiado las formas.
Así, de esa manera y con ese sentimiento, Rosario Central disputa los clásicos históricamente. Por eso,lleva una considerable ventaja sobre su eterno rival de 16 partidos y más de siete décadas de paternidad futbolística.
Ayer fue una muestra más de todo lo expresado. Newell’s llegaba invicto y en un contexto más favorable, mientras que Central está atravesando momentos complicados en todo aspecto. Sin embargo, la historia y la camiseta se impusieron una vez más.
Carlos Tévez diseñó un plan que claramente no resultó, ya que el rival manejó los tiempos del partido y tuvo chances inmejorables para ponerse en ventaja durante los primeros 25 minutos. Luego, sin caprichos, el DT detectó el error y supo corregirlo a tiempo para emparejar el cotejo cambiando el esquema.
Sobre el final de la primera etapa, logró abrir el marcador con un golazo del pibe Alejo Véliz y de ahí en más, el equipo tuvo otro aplomo para sostener la ventaja en base a la actitud, sobre todo, la de los chicos surgidos de la cantera que superaron una prueba exigente y estuvieron a la altura de las circunstancias.
Central es el dueño de Rosario adentro y afuera de la cancha. En un día y horario laboral, el Gigante fue una verdadera fiesta, estuvo desbordado de hinchas que apoyaron permanentemente al equipo y desataron toda la locura y pasión trás un nuevo triunfo clásico.
En el resumen, repasá los mejores momentos del partido.