“Cuando tenía 17 años, mi hermana quedó embarazada con 14 años. Yo no tenía contrato profesional, no ganaba ningún salario. Mi papá tenía una moto e iba a trabajar en una bodega, mi mamá era ama de casa, no había muchos ingresos”.
“Entonces, ese día me largué a llorar y me planté delante de mis padres. ‘Ese niño va a nacer, y el que se va a hacer cargo voy a ser yo’, dije. No sé qué se podían haber planteado en la cabeza, pero por las dudas yo me anticipé. Ese día llamé a mi representantes y les comenté la situación. Les dije que iba a dejar el fútbol porque quería buscar un trabajo que me diera ingresos para ayudar a ese niño”.
“Vinieron, se sentaron conmigo, me dijeron que ellos iban a empezar a ayudarme y que no dejara al fútbol porque era mi pasión. Ese mismo año firmé por el Atlético de Madrid”.
“Cuando me lesiono o cuando cometo algún error, los españoles me dicen: ‘Qué mala suerte tenés’. Y yo los miro a los ojos y les digo: ‘Si supieras la buena suerte que tengo…’”.
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