El partido ante Lanús no hace más que reflejar la realidad con la que el equipo de Cristian González transitó esta temporada que está llegando a su fin y ratificar la irregularidad de la que venimos hablando hace rato.
Con un primer tiempo para el olvido, en el que se asemejó a lo realizado en los partidos ante Unión y Defensa, teníamos la sensación de que Central estaba para recibir una goleada en la fortaleza granate.
El equipo estuvo errático, vulnerable y desordenado, por eso, los dirigidos por Luis Zubeldía aprovecharon para irse al descanso con el 1 a 0 a favor.
Vale aclarar que todo eso obedece a jugar con medio equipo alternativo ya que cada vez que faltó alguna pieza clave, el rendimiento tuvo una merma considerable.
Sin embargo, en el segundo tiempo, y pese a recibir otro gol en los primeros minutos, Rosario Central mostró otra actitud y apoyado en sus dos pilares como Emiliano Vecchio, que manejó la pelota en la zona de creación, sumado a la capacidad goleadora de Marco Ruben, que sigue haciendo historia, ya que convirtió dos goles en un abrir y cerrar de ojos para empatar el encuentro y estirar su marca a 101 goles con la camiseta auriazul, logró traerse un punto clave en la lucha por clasificar a la Copa.
Lo pudo perder, sí. Aunque también pudo haberlo ganado. Así es este equipo, tiene muchas facetas, es cambiante y demasiado irregular. Pero llega a la última fecha dependiendo de sí mismo para lograr el objetivo propuesto. Para lograrlo, deberá vencer a Huracán en el Gigante.